Para cualquiera de nosotros/as, como educadores, nos resulta difícil ayudar a quienes enseñamos, sea nuestro hijo/a, un sobrino/a o un/a menor al que atendemos en un centro, cuando hay algo que no saben hacer. Más allá de que tengamos que mirar o “recordar” rápidamente en google, a veces intentando que no se den cuenta, por aquello de que debemos saberlo todo siempre, cómo se hacen las raíces cuadradas, podemos sentarnos con ellos/as para explicárselo. Nosotros vivimos aquella experiencia de aprender a hacer raíces cuadradas, compartimos esa experiencia y podemos, por tanto, alumbrar su camino. Pero ¿qué pasa cuando su experiencia no es compartida por nosotros/as? Ellos han nacido y viven en un mundo digital donde las redes sociales son protagonistas absolutas en su vida. A diferencia de ellos/as, nosotros no, en nuestro caso nos enfrentamos a estas nuevas herramientas ya como adultos, con la “fortaleza”, al menos teórica, que nos da esa consideración, y aún así podemos llegar a pasarlo muy mal cuando nos sentimos atacados en redes sociales; ¿cómo, entonces, lo viven ellos/as? 

En nuestra infancia y adolescencia también sufrimos bullying, pero a quienes lo ejercían los teníamos identificados y formaban parte de nuestro entorno cercano, pero hoy la historia es distinta, para nuestros/as jóvenes y adolescentes el/la “abusón” puede ser un australiano que desde su casa le hace la vida imposible a cualquier niño o niña de otro punto del planeta, y eso, evidentemente, es más difícil de gestionar. 

El tema de las redes sociales es extenso y volveremos a tratarlo en nuevas entradas, ya que es algo que preocupa y que nos habéis hecho llegar. Sirva este primer post para llamar la atención sobre ello, para entender, simplemente, que no podemos, y tal vez no debamos, privar a nuestros jóvenes de este tipo de herramientas, ya que deben aprender a convivir con ellas, pero también tengamos en cuenta el potencial desestabilizador que pueden llegar a tener porque, como rezan algunas cosas hechas para adultos pero que pueden usar los niños: “no son un juguete”.

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